Quitarles malas costumbres.
En ocasiones nuestros hijos cogen costumbre o hábitos que nos sacan de nuestras casillas, ¿cómo podemos quitárselas?.
Está bien que los padres se preocupen por las malas costumbres porque además de que pueden durar hasta la edad adulta, en la mayoría de los casos esconde una forma que el niño tiene de expresar algo que le molesta.
Aún así el experto advierte de que las manías no siempre son motivo de preocupación, pues dependen de la edad del niño, de las circunstancias y de la frecuencia con que aparezca el habito.
A veces sencillamente se tratan de gestos que pertenecen a su lenguaje corporal.
Los malos hábitos pueden aprenderse por imitación, porque en casa, en la escuela... hay alguien que lo hace y el niño inconscientemente acaba imitándolo.
Otro modo de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que el niño emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa.
En niños mayores, lo mismo puede pasar si ellos no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres.
Acaban adquiriendo un mal hábito para llamarles la atención.
Está bien que los padres se preocupen por las malas costumbres porque además de que pueden durar hasta la edad adulta, en la mayoría de los casos esconde una forma que el niño tiene de expresar algo que le molesta.
Aún así el experto advierte de que las manías no siempre son motivo de preocupación, pues dependen de la edad del niño, de las circunstancias y de la frecuencia con que aparezca el habito.
A veces sencillamente se tratan de gestos que pertenecen a su lenguaje corporal.
Los malos hábitos pueden aprenderse por imitación, porque en casa, en la escuela... hay alguien que lo hace y el niño inconscientemente acaba imitándolo.
Otro modo de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que el niño emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa.
En niños mayores, lo mismo puede pasar si ellos no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres.
Acaban adquiriendo un mal hábito para llamarles la atención.

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