Hay tres principales responsables de los celos enfermizos y no hay más que habar: la desconfianza, la inseguridad y la baja autoestima. Además, generan una dependencia emocional, que fabrican un verdadero pánico ante la posibilidad de que nuestra pareja ya no nos quiera o nos abandone, y nos ponemos en alerta continua por si ocurriese un suceso real o hasta podemos imaginarlo para que podamos confirmar esos temores.
Lo mejor para empezar, debes hacer una lista de tus aspectos positivos por los cuáles una persona podría enamorarse de tí.
Si tú tienes carencias afectivas deberías trabajar para superarlas pero completamente al margen de tu pareja y no intentar “secuestrarla” emocionalmente para completar tú vacío de cariño. Para eso ponte a analizar tus anteriores relaciones: ¿has actuado siempre de manera similar?. Si compruebas que tus parejas previas también se fastidiaban y te recriminaban por tus celos excesivos y ese afán de posesión… está visto que tú eres el problema.
Por otro lado, si basas tu vida en las decisiones, necesidades y preferencias de tu pareja, estarás anulando tu propia personalidad y de esta forma jamás serás feliz y por obvias consecuencias no podrás hacer feliz tampoco a los demás.
En lugar de coartar a tu pareja poniéndole fea cara al regresar de una salida con sus amigos o sus compañeros de trabajo, un consejo: apóyalo. Es probablemente que cuando él vuelva a casa querrá contarte lo bien que se lo pasó.
Piensa esto: seguramente te estás perdiendo vivir buenos momentos en el aquí y ahora, pensando en las amenazas de ruptura o abandono, que sobrevuelan sobre tu futuro como sombras oscuras. La mayoría de tus temores nunca se llegarán a cumplir, pero si no disfrutas con tu pareja en el “hoy” estás abonando el terreno para que el tedio y el desgano enturbien la relación.

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