Esta es la segunda y anteúltima entrega para tratar de poner luz sobre uno de los aspectos más oscuros de las relaciones de pareja. Los Celos. Si: esa especie de bomba autodestructiva que lastima por supuesto a quien tenemos al lado nuestro.
La persona que sufre de celos no puede dejar de sospechar que hay otra persona en la vida de su pareja. Le atormenta pensar que está en lo cierto y, sin embargo, no puede demostrarlo.
Ya dijimos que los celos son fruto total de alguien desconfiado y por lo general, esta desconfianza está dirigida más hacia dentro del “celoso” que hacia el otro, el destino de esos celos. Quien sufre esta especie de paranoia sufre porque cree no tener el atractivo suficiente para que su pareja permanezca a su lado, la elija sin ningún deseo de abandonarle por alguien más guapo/a, más divertido/a ó más interesante… En realidad lo que ocurre es que la persona celosa se cree poco importante para su pareja y esta desconfianza hacia uno mismo la debemos buscar en la falta de autoestima. Pese a lo que muchos suponen, la falta de autoestima no es producto de los celos, sino que es exactamente al revés: los celos atacan con violencia sorpresiva por la inexistencia de una autoestima saludable.

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